Recuerdo que la primera vez que alguien me invitó a sentir mis huesos me pareció muy extraño, ¿Sentirme en los huesos? ¿Qué? ¿Cómo se hace?… Y así, sin saber muy bien qué hacer o cómo hacerlo mantuve esa intención e intuitivamente me empecé a enfocar en mis huesos, a imaginarlos, a moverlos, y a sentirlos… y me maravilló poder descubrirlos. Para mi fue como reclamar un aspecto mío del que me había olvidado. Al conectarme con mis huesos me sentí sólida, calma, mis emociones se suavizaron y me sentí presente. Y cada vez que vuelvo a ellos me descubro un poco más.

Hoy te invito a que te descubras y sientas en tus huesos. A que te explores y veas qué encontrás. ¿Dale?

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